Ariela Goldschmit y Oscar Cetrángolo, profesores de Finanzas Públicas de la Universidad de Buenos Aires y autores de “Obras sociales en Argentina: origen y actualidad de un sistema altamente desigual”.
¿Cómo está organizado el sistema de salud en Argentina?
Oscar Cetrángolo: El sistema de salud está descentralizado en provincias y en algunos municipios. Son financiados por el sector público, a través de impuestos y son de acceso gratuito para toda la población. Adicionalmente, la gente que trabaja en relación de dependencia está obligado a hacer un aporte a la obra social, además de la jubilación. Las obras sociales, en general, corresponden a los gremios. Originalmente, cada trabajador estaba afiliado a la obra social de su propio sindicato. Hoy, uno puede elegir la obra social a la cual pertenecer. Por ejemplo, un trabajador bancario puede elegir la obra social de los metalúrgicos. Y hay un aporte, que es del 9% del salario para financiar eso. Y, además, hay un aporte adicional para la obra social de los jubilados.
Ariela Goldschmit: El problema es que, cuando te cambiás de obra social, la cobertura depende de lo que vos aportás. No es como en el resto de los países de América Latina o del mundo en que vos aportas a una bolsa y todos tienen la misma cobertura asegurada. Acá, cada uno se lleva su aporte y negocia en su obra social el plan que corresponde con el aporte que haga. Aunque nadie te puede dar un plan que sea menor al Plan Médico Obligatorio.
¿Qué opinan de la OSMA?
A. G.: En primer lugar, es una obra social con muy pocos afiliados. Y tienen muchas contribuciones eventuales: muchas veces, los trabajos se realizan por única vez, entonces, por ese trabajo se le paga en blanco y se aporta. Pero no hay aportes continuos.
O. C.: Es una obra social atípica en ese sentido, no debería existir, pero bueno….
En términos de sistema, los problemas que tiene una obra social tan chica es que le tocan un caso complejo en términos de salud, muy costoso, y la obra social quiebra. No tiene fondos para sustentar esos gastos. Otra estrategia que suelen implementar en estos casos es compartir los riesgos.
A. G.: En la AFIP figura que recibe contribuciones y aportes de los afiliados. Cada obra social decide cómo organiza su cobertura, pero debe tener un plan y prestadores asociados. En muchos casos, algunas obras sociales terciarizan el servicio a prepagas o a otros intermediarios que no son prepagos (toman las cápitas y organizan distintos planes) y se quedan con una comisión, pero no hacen nada más que pasar los afiliados de una obra a otra.
También, intuyo que la tasa de uso de esta obra social es muy baja. Es posible que sus afiliados no estén enterados de la existencia de esa obra social. La obra social tampoco se preocupa por brindar servicios para mantener esa población.
¿Consideran que hay fraude en OSMA?
O. C.: Es difícil que haya fraude. Es verdad que no hay nada más corrupto que el sistema de salud. Pero como es tan corrupto, este tipo de cosas no pasa. Los fraudes que suceden son en serio, a veces relacionados con la adquisición de insumos, no sucede con una obra social tan chica, insignificante. Lo que sí podemos decir, es que OSMA se beneficia de los subsidios. En un momento, recibía más subsidios que lo que recibía de aportes.
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